martes, 8 de noviembre de 2016

Segundo Festival de la Música en Cojutepeque 2016


FundArte Cojutepeque celebró el Segundo Festival de la Música en Cojutepeque 2016, una festividad artística que año con año se efectúa en la Ciudad Leal desde el 2015. La actividad se realizó los días 29, 30 y 31 de julio en las instalaciones del Teatro Comunitario “El Solar” y al igual que la primera edición del festival, estuvo dedicado al profesor cojutepecano Luis Tarcisio Molina.
La convocatoria reunió a diversas expresiones musicales, entre cojutepecanos y de otros municipios, compartiendo sus melodías, letras y talentos en el evento que dio pie a la re-inauguración del único escenario de la cabecera departamental de Cuscatlán. La población de Cojutepeque disfrutó de una programación diversa de grupos y solistas, quienes deleitaron con sus géneros musicales como el rock en español, alternativo, música experimental, académica y andina.

Escenario renovado
El solar, único escenario activo de la ciudad, fue cerrado temporalmente desde el 13 de junio hasta el 29 de julio del presente año, para comenzar el Segundo Festival de la Música en Cojutepeque con un escenario renovado, con mayores capacidades de desarrollo escénico. El trabajo de renovación fue exhaustivo y contó con la aportación de donaciones de bambú por parte de la comunidad y nuevas lonas plásticas por parte de empresas socialmente responsables y sensibilizadas del desarrollo artístico en nuestra cabecera departamental. El equipo fundarteño dedicó horas matutinas, vespertinas y nocturnas para salir a tiempo con la programación del festival, aun cuando las lluvias  y los fuertes vientos fueron un factor adverso. Realizando los últimos ajustes del escenario les encontraron los participantes de la primera fecha, que se sumaron a la faena, con el fin de alcanzar las condiciones ideales para la re inauguración del escenario y el inicio de la festividad musical.

Dedicatoria del festival
En los tres días del Festival tuvimos la presencia del maestro cojutepecano Luis Tarcisio Molina, profesor de música que deleitó a los visitantes de El Solar con interpretaciones musicales al piano de piezas de su autoría. Es un músico cojutepecano que a sus noventa y dos años es una leyenda viva de la cultura musical cojutepecana y continúa impartiendo clases de piano y latín en su casa de residencia. En el trayecto de su vida profesional ha contribuido al desarrollo de coros infantiles y juveniles en nuestra ciudad, mismos que han participado y ganado certámenes a nivel nacional e internacional. Promotor asiduo de conciertos corales y otras presentaciones artísticas como de la Orquesta de Cámara, de la Orquesta sinfónica de El Salvador, así como de diversas representaciones teatrales ofrecidas a la ciudadanía cojutepecana a lo largo de su actividad profesional.

Participaciones
Para esta segunda edición del Festival de la Música de Cojutepeque se realizó una convocatoria que concluyó en doce participaciones, de las cuales la mayoría fueron cojutepecanos. Además tuvimos la oportunidad de ser el escenario donde debutaron agrupaciones como Nia, la banda Experi-Mental y El Canto del Torogoz.  Nia es una chica tecleña que nos presentó su fresca propuesta de pop rock con canciones propias en español e inglés, acompañada de su banda. La banda Experi-Mental es una agrupación  que  destacó por ser integrada por jóvenes y destacados músicos cojutepecanos como Rubén García, Caleb González y Addison Martínez, acompañados por don Pastor Martínez, experimentado saxofonista de la localidad. Por su parte, el Canto del Torogoz es una naciente propuesta de música andina con jóvenes de nuestra ciudad, dirigidos por el martineño Dennis Peña.

Las participaciones de los académicos tampoco se hicieron esperar: Jorge Rauda, Oswaldo Alemán y Daniel Cerros, destacados estudiantes de la Academia Mangoreana de Música de Cojutepeque hicieron gala en sus presentaciones, ya que son músicos reconocidos en la Escena de El Solar desde el nacimiento del escenario. Estirpe, banda metalera de trayectoria regional se hizo presente con su característica potencia y presentando experimentos que confirman la versatilidad de sus integrantes.  Estos, tuvieron como invitado a Manuel González, poeta, rapero y pintor nacido en tierras cuscatlecas, hoy habitante capitalino, mismo que intervino con afilados y necesarios versos propios y de connacionales, haciendo énfasis su adaptación poética con la poesía de Osvaldo Escobar Velado.

En la tercera fecha participó el trovador capitalino Jorge Vlankho, interpretando canciones de su autoría, con temas urgentes de nuestro propio suelo ante los atropellos que sufrimos por el imperante sistema económico. También el coterráneo Arcangel Zamora intervino en la categoría aficionado con su característico ukelele, instrumento originario de las islas del Pacífico, con el que interpretó canciones de rock latinoamericano que hicieron recordar y cantar a los asistentes. El festival culminó con una espectacular presentación de Yolcan, grupo andino integrado por experimentados músicos como Joaquín Ardón, José Ábrego y Enrique Orellana, ahora con nuevos integrantes en percusión y bajo.

Tal y como se anunciaba en el cielo de esa tarde, el festival tocaba su fin con rayos y lluvia, que esperó a aparecer justo al final de la última canción de Yolcan, dejando fresca la noche del domingo y bañada de neblina a una ciudad que soñaba con las melodías de esta segunda edición del Festival de la Música, organizado por FundArte Cojutepeque.


sábado, 26 de marzo de 2016

Presentación del libro “El Salvador en tiempos de Monseñor Romero” de Héctor Grenni

Si hubiéramos buscado coincidir en fechas y conmemoraciones de seguro no sale el plan. La fecha de la presentación del libro se nos fue postergando por diversos motivos y llegamos -sin pretenderlo así- a concretar en el 15 de agosto 2015, sábado en el que comenzábamos nuestra jornada Luna Nueva en El Solar. Para quienes no lo saben, Óscar Arnulfo Romero y Galdámez nació el 15 de agosto del año 1917 en Ciudad Barrios, municipio de San Miguel.
Gracias a la cercanía con nuestro amigo antropólogo Julio Martínez realizamos los primeros contactos con don Héctor Grenni -el autor- a mediados de mayo y debido a su defensa de  tesis de doctorado en Historia de América Latina no se pudo realizar la presentación del libro y el conversatorio sino hasta tres meses después. Fue así como el sábado 15 de agosto recibimos la visita del historiador y el antropólogo, para incursionar en un tema que aun provoca reacciones encontradas.

Muchos de los que nacimos por esas convulsas épocas paradójicamente ignoramos los sucesos o los recordamos con el ineludible sesgo de quienes nos los trasmitieron. Y no es de extrañarse, en un país donde la información siempre llega tergiversada por medios de comunicación a una población que se le ha negado el derecho a conocer su historia. Ya nos lo recuerda el libro, citando una publicación de El Diario de Hoy en la que se refieren a Romero como “...un arzobispo demagogo y violento… que estimuló desde la  catedral la adopción del terrorismo…”.
La Publicación de este libro por parte de la Editorial de la Universidad Don Bosco es acertada y necesaria para los que continuamos vivos en estos tiempos que vuelven a repetir convulsión. El autor hace un análisis de la evolución de los actores principales de la época entre 1969 y 1980: “la evolución de su pensamiento y sus acciones, los cambios, las contradicciones y los conflictos”. Los actores principales fueron, según el libro y la ponencia de esa tarde: las organizaciones populares, la guerrilla, la oligarquía, las fuerzas armadas del Estado y la iglesia católica.
“… En 1980 en El Salvador coincidieron muchas situaciones que presentaban esta encrucijada histórica. El auge de las organizaciones populares, el crecimiento paulatino de la guerrilla, el intento de la oligarquía por aferrarse a sus privilegios, la búsqueda de las fuerzas armadas por encontrar alternativas a su histórico papel de testaferro del sistema, el profundo debate interno en la Iglesia católica ...”
Conocer las razones menos superficiales de la denominada Guerra de las 100 horas, la continua represión de gobiernos militares –ilegales desde el primero, de Maximiliano Hernández-, los movimientos sociales en crecimiento y desarrollo, la aparición de los grupos guerrilleros, los debates en las entrañas de una iglesia católica latinoamericana en metamorfosis y los continuos golpes de estado en nuestro país nos obliga a reflexionar qué era lo que sucedía para que surgiera tanta efervescencia social, misma que desembocó en la intolerancia de una guerra fratricida. Y es cuando echamos la vista hacia atrás y nos enteramos que en El Salvador las desigualdades sociales han sido propiciadas desde el inicio de la República. Las mismas desigualdades añejadas en nuestras venas fueron susceptibles ante las influencias de las potencias mundiales en contienda desde antes de la sucia Guerra fría.
Fueron cuatro acontecimientos que precipitaron la decisión de asesinar al líder popular: sus reclamos por la represión hacia la masiva manifestación del 22 de enero del 80 y la válida acusación a la derecha nacional; la carta enviada al presidente estadounidense James Carter, en la que solicitaba a tal jefe de estado la prohibición de la ayuda militar al gobierno salvadoreño, aparte de exigir la no intromisión en los asuntos políticos de nuestro país; y su marcado distanciamiento como arzobispo de la iglesia católica con la clase dominante. Un último acontecimiento se suma como detonante: la homilía del 23 de marzo de 1980, en la que hace un llamado público contra la represión, instando a los soldados a la desobediencia. Al día siguiente de esta homilía, un francotirador apuntó certeramente al corazón de Romero, mientras oficiaba misa en la colonia Miramonte de la capital. Investigaciones posteriores concluyeron que la derecha salvadoreña orquestó el crimen.
En el libro y en su disertación, don Héctor Grenni apuntó sin titubeos a la miopía y escasez de horizontes de los “actores principales”. Y es que ciertamente en sus manos estuvo la  solución de la problemática nacional, pero decidieron por la agudización de la misma. Esto alude a las características conflictivas de la sociedad salvadoreña y muestra de ello es el asesinato del religioso y líder popular.

Luego de la ponencia de don Héctor Grenni, al respecto de los aspectos anteriormente mencionados que tristemente reventaron la brutal intolerancia, reflejada en el asesinato de Óscar Romero en plena celebración de misa, se dio paso al conversatorio donde el público asistente tuvo la oportunidad de interactuar con los ponentes y expresar sus puntos de vista, acertando en la necesidad de cambiar los esquemas de sociedad que aun adolecemos.
Hubo tiempo al final del conversatorio para compartir algunos ejemplares del libro con los asistentes, auspiciados por la editorial y entregados por el mismo autor.


“Un poquito de amor en tiempos de guerra”, fue una frase de Enrique Bunbury en uno de sus conciertos como solista. Esta misma frase resuena en mi cabeza después de leer el libro de don Héctor Grenni que posee como título completo: El Salvador en tiempos de Monseñor Romero: Sociedad e iglesia. Procesos, dinámicas y contradicciones de un período de violencia (1969-1980).



miércoles, 6 de enero de 2016

Circo al Parque en Cojutepeque

El Solsticio de Verano del 2015 lo celebramos de una manera literalmente espectacular, a través de una intervención en la cotidianidad del parque central Rafael Cabrera, donde el 27 de junio se desarrolló la presentación de Circo al Parque, varieté Cojutepeque, con el apoyo de la Alcaldía Municipal de la ciudad y la Asociación Adentro Cojutepeque USA.

Con tres meses de anticipación comenzaron los contactos con los organizadores del colectivo urbano Circo al Parque, una iniciativa nacida en las urbanas entrañas de la ciudad capital. Fue así como conocimos a Vadimir Blanco, Karina Castillo y Roberto Martínez, recomendados especialmente por nuestra gran compita Venus Zamora, una excelente artesana y hermana cojutepecana. Conversando con ellos descubrimos que el proyecto lleva aproximadamente dos años de existencia, incidiendo a través de talleres libres de malabarismo y acrobacia en el Parque El Roble, en las cercanías de la Universidad de El Salvador. Ahí se concentran diversidad de trabajadores de las artes circenses urbanas todos los lunes por la tarde y se comparten además experiencias de teatro, danza e improvisaciones. Todo comenzó haciendo del parque un lugar de ensayos donde existe libre acceso para trabajadores urbanos del malabarismo, payaso y acrobacia. Así, compartir sus virtudes artísticas se hizo una necesidad, luego de ver crecer la afluencia de público e interesados en aprender sus técnicas. Al grado que ahora esta maravillosa comunidad de circo urbano sale de la capital a realizar sus varietés en distintas partes del país.
 
Fue así como comenzamos a armar la ruta para que se diera esta celebración artística en el parque central Rafael Cabrera, en el marco de las festividades que al rededor del mundo se realizan conmemorando este importante acontecimiento astronómico, en el que el Astro Rey nos brinda un mayor periodo de luz para la parte norte del planeta.
Para nosotros fue todo un reto armar la logística de una intervención de esta magnitud en el Parque Central de Cojutepeque, ya que anteriormente nos habíamos limitado al espacio escénico que hemos acondicionado en El Solar. Además, traer desde la capital a más de una treintena de artistas y cubrir las condiciones necesarias requirió del inestimable apoyo de las manos amigas que colaboraron para que el corazón del pueblo cojutepecano palpitara con las virtudes y destrezas de este singular colectivo urbano.

Con algunos retrasos a la hora programada salió desde El solar el desfile del Circo al Parque, junto a nuestros compas de la batucada cojutepecana Sambarela, sacando de la rutina a quienes transitaban las calles invadidas de alegría, destrezas, ritmos y colorido jolgorio. La invitación comenzó con el desfile de pasa calle, como se le conoce a este tipo de intervenciones públicas, y cada vez más personas se unieron en nuestra ruta hacia el parque central.

Al llegar la caravana artística, la multitud estaba ubicada al lado norte del parque y ansiosa por conocer lo que nunca antes se había dado en Cojutepeque. La dirección del espectáculo estuvo a cargo del Chele Wizard, como se le conoce a Vladimir Blanco dentro del colectivo. Así se presentaron las distintas variantes de acrobacias y malabarismos preparadas para la ocasión, haciendo incluso competencias de habilidades e invitando al público a participar. Monociclos, clavas, machetes, diábolos, pelotas y aros, fueron algunos de los accesorios que acompañaron a sus magistrales ejecutantes, dándole cadencia junto a los coterráneos de Sambarela a esa tarde de sábado en el centro de la Ciudad Leal de Cojutepeque.
Los malabares con fuego, luego de dos horas de esta inédita intervención artística, cerraron el espectáculo, robando aplausos de la población que regocijada y expectante, despidió la caravana de Circo al Parque rumbo a El Solar, para preparar el camino de retorno a San Salvador.

 
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